Las lecciones o enseñanzas no se superan contraponiendo las nuevas con las viejas. No tenemos que esforzarnos o dominar para que la verdad o el sentimiento más profundo de nuestro ser pueda conocerse, ni tenemos que pelear o renunciar a nada para que sea atractivo y que nuestra verdad sea la única. No tenemos que prepararnos para ninguna batalla, ni ningún desafío, para reconocer lo nuevo. Solo debemos confiar, reconocer nuestros espacios y ser genuinos en cada acción o pensamiento. Todas y cada una de nuestras lecciones, son el aprendizaje y la experiencia que nos lleva a cada decisión en nuestro camino. Es por eso que la verdad y la confianza se unen para enseñarnos a ver más allá de lo que creemos ver.
En nuestra mirada está la verdad, ahí radica el compromiso interior de nuestras enseñanzas.
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