Dejamos que nuestra tranquilidad, muchas veces se pierda en un mar de dudas, miedos, inquietudes. Cuando nos pasa esto, creemos que todo lo ganado se esfuma, se pierde en ese sacrificio que hemos hecho. Nada debe convertirse en sacrificio, ni nuestros pensamientos ahogados con la decepción, ni nuestras acciones llevadas desde la impaciencia o el enojo.
El equilibrio que se manifiesta en nuestro ser, evidentemente nos permite visualizar las cosas o pensamientos antes de que la ceguera, o nuestro propio impulso no lleve al camino equivocado. Somos capaces de crear, sentir, intuir cada paso en nuestro camino, con la atención suficiente para hallarnos y reconocernos.
No se trata de apresurarnos al resultado, al contrario se trata de experimentar, confiar y creer en nuestro potencial.
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