Hay momentos en nuestra vida, donde sentimos que nos paralizamos, nos preguntamos, dejamos que las cosa pasen, la situaciones, y en verdad es como si algo nos impide ver o ser quienes somos.
Básicamente la respuesta nos lleva a una palabra que conocemos y que utilizamos en algunas ocasiones a menudo y en silencio, el miedo.
Ese miedo adquirido como consecuencia de aquello que queda en nuestra memoria o de algo ajeno. Quizás las dos cosas o mas pensamientos, porque el miedo tiene una causa y un efecto. El miedo nos condiciona, nos limita, nos hace sentir pequeños, indefensos, lejanos y distorsiona nuestra realidad. Cuando comenzamos a trabajar en nosotros, en nuestro despertar, en el yo interior, en esa búsqueda de la verdad y lo creativo, luchamos arduamente por ser cada vez más, uno mismo.
El miedo, en sus diferentes acciones, lo hemos sentido, quizás hoy lo sentimos o lo sentiremos, pero cabe recordar que a medida que nuestro conocimiento sea cada vez mas profundo el reconocernos, hace que el miedo dirigido en distintas direcciones entorpece nuestro crecimiento, y por ello el lenguaje que utilizamos muchas veces no sea el correcto.
El miedo se puede esconder de muchas maneras, en nuestras acciones cotidianas, desde el fastidio, el rechazo, el odio, la resistencia, la duda, y miles de formas que nos impide ver.
Cuando perseveramos y buscamos el camino de lo correcto, desde nuestra verdad, de lo genuino, las experiencias de situaciones "peligrosas", como el miedo, nos damos cuenta que aprendemos que estas situaciones no nos condicionan, nuestros pensamientos, nuestras respuestas frente a esto no están fuera de nosotros, sino dentro, y hace que nuestra percepción nos asuste, nos paraliza y a partir de esto crece el miedo. Para resolver todas estas dudas creadas en nuestros pensamientos y llevadas a lo cotidiano, nos abre una nueva manera de ver, sentir, o un camino, el camino de enfrentarnos, por solo enfrentarnos podemos transformarlo y así vencerlo.
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