Las cosas en las que más facilmente creemos son aquellas que podemos ver.
Cuando las cosas, elementos, cuerpo, objeto están conectados entre sí, somos capaces de ver, oír, tocar o saborear, entonces no nos resulta nada difícil creer en las mismas. Nos percatamos de la conexión que existe entre nuestras acciones y nuestra capacidad de movimiento.
Sin duda sabemos que existe esa conexión invisible, una energía, que muchas veces no necesitamos ver, solo tenemos que creer que se encuentra ahí, oculto, silencioso, pero aceptamos que existe y creemos en el funcionamiento, con todo el proceso existente.
Por consiguiente, podemos alcanzar un punto de vista, en el que ya no resulta tan difícil creer en la conexión, existe aunque no tenga forma, ni se pueda palpar, solo sentir, y su presencia nos representa un estado que nos desafía nuestras acciones y pensamientos.
Cada idea responde a una forma que podría ser comprendida, en vez de necesariamente vista a través de los ojos.
Nos permite comenzar un proceso de despertar y ver, esa conexión la podemos utilizar para que nuestra capacidad de pensar y de ser, para volver a dar forma y sentido a nuestras vidas.
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