Siempre debemos recordar que nuestros pensamientos no conocen un límite de tiempo, sin pensar en un final ni en un principio, y saber que somos nosotros mismos quienes ponemos nuestras barreras.
Uno vive la vida plenamente, un nuevo estado descubierto que poseemos, y en el ahora, tomando conciencia de algo que está en contacto con uno mismo, en lo que pienso, siento y percibo.
Cada cosa, pensamiento o acción surge a través de nuestra experiencias, dejando paso al instante presente, sin juzgar, ni criticar, solo observar, no interpretar, ni buscar la causa de lo que pasa o de la situación, solo debemos permitir escuchar, sentir y darnos cuenta de que y como ocurre la experiencia que estamos viviendo.
Enfoquemos más en el proceso que en el contenido, ponemos énfasis sobre lo que está sucediendo, pensando o sintiendo en ese momento, por encima de lo que fue, pudo haber sido, podría ser o debería estar sucediendo.Las reacciones que podamos tener por las circunstancias del momento, son la esencia de lo que constituye la calidad de nuestra vida, es importante saber como reaccionamos a todos los factores que hemos creado, en que nos basamos, si son realmente genuinos o sí de alguna forma repetidos por nuestra historia.
Si somos capaces de ver todas nuestras reacciones, aquello que nos perjudica; el aquí y ahora nos hará reflexionar, nos motivará para ver la realidad hoy, en este estado puro, nuestro, aprendiendo a desapegarnos y a vivir en plenitud.
Siempre pensamos que uno no puede ofrecer a los demás, aquello que no posee, es ahí donde lo vemos, por esto, el aquí y ahora, el darse cuenta, lo inmediato, el presente nos permite ver lo que hacemos y de cómo lo hacemos, para poder cambiar nuestra conducta y sentir la experiencia de ser en su totalidad.
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