Cuando comenzamos a labrar nuestro yo interior, a conocernos, a descubrir todo aquello que sin proponerlo hemos escondido, se nos abre una puerta a nuestro conocimiento, a lo creativo. Cada palabra, cada acto se impregna de esa sabiduría natural, real y viviente de nuestro interior y restaura al yo verdadero.
La transformación sin barreras, sin esperar un resultado, nos permite ser observadores de todos esos sentimientos acumulados, sea por miedo, vergüenza, duda.
Conocernos, amarnos, descubrirnos, es un acto de amor puro hacia nuestra totalidad, es el despertar de un nuevo y resplandeciente ser, que se mira a así mismo y se reconoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario