Cuando la mirada, la visión, se ve claramente ante nuestros ojos y no se ajuste a la imagen que percibimos, hará que el mundo sea diferente para aquellos ojos que hayan aprendido a ver, porque el concepto de cada imagen o pensamiento de nuestro yo habrá cambiado.
Nadie es exactamente como era un instante antes ni será el mismo un instante después. En nuestra visión y en cada pensamiento, observamos, distinguimos según nuestro momento presente. El sentimiento o pensamiento que notamos en el proceso de una situación, sea positiva o con las emociones expuestas, despierta siempre cada paso vivido. Desde un punto de vista conceptual, juzgamos y no permitimos que esa visión plasme la totalidad, ese aspecto profundo de nuestro yo. Podemos cambiar los conceptos, aprender de nuestro profundo ser, del sentimiento y de la sensación de producir un cambio. Lo único que necesitas es saber si uno está dispuesto a tener una visión más clara, serena, percibiendo que este feliz cambio tenga lugar dentro de ti.
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