Unos de los grandes problemas que tenemos es que decidimos primero que vamos a hacer, y luego decidimos preguntarnos que debemos hacer. A veces establecemos reglas que determinan como debemos reaccionar, y es posible que no nos paremos un segundo a oír esa voz interior, ese sentimiento que aflora cuando decidimos. Quizás nos falta aprender a escuchar, a reconocer ese sensación de ser claro y respetuoso con nosotros mismos. Siempre que te acuerdes de ello a lo largo de tú día y dispongas de un momento de calma para reflexionar, recordarás la clase de día que te gustaría tener, los sentimientos que deseas albergar, las cosas que quieres que te sucedan, así como lo que quieres experimentar.
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