Nadie puede sufrir pérdidas alguna a menos que esa haya sido su propia decisión. Nadie sufre dolor, impaciencia salvo cuando uno mismo lo decida. Nadie puede estar afligido, sentir temor o creer en algo al menos que lo desee y con su consentimiento. Jamás ocurre nada que nosotros hayamos elegido. Tal vez esta es una postura exagerada o que abarca demasiado para ser verdad. La verdad tiene que abarcar todo, si es que es verdad. El reconocimiento de la verdad, tal como la creamos y sentimos, nos lleva muchas veces a creer que es así. La verdad desde el lugar mas profundo de nuestro ser no tiene opuestos, solo tiene sentido cuando nos enfrentamos a ello si seguimos creyendo que las cosas o nuestros pensamientos no forman parte de nosotros. Aceptar que lo que hemos hecho o cualquier pensamiento, actitud es tal como es, defendiendo con humildad y sinceridad que tenemos el poder de decidir. Somos solo nosotros quien está a cargo de nuestra vida, y así podemos decidir, elegir y tomar conciencia de nuestras capacidades para lograr un estado permanente de nuestro ser a favor de recordar que tenemos el poder de decidir.
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