Quedarnos quietos y entrar en nuestro yo interior nos ayuda muchas veces a encontrar las respuestas que necesitamos. Entrar en contacto con lo mejor de nosotros, poder conectarnos en ese lugar inafectable que nos pertenece, nos da la claridad y la aceptación de cada una de nuestras preguntas, esas respuestas que nos guia en nuestro camino.
Es estar a disposición de nuestra sabiduría, en conexión con la fuente inagotable de la vida.
No hay que temer, aunque muchas veces nos cueste entender, es confiar, escuchar, sentir cada latido de verdad que fluye en este proceso de aprendizaje.
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