La toma de decisiones es siempre un proceso continuo, pero no siempre nos damos cuenta en realidad cuando las estamos tomando. Es algo instantáneo y hasta sorprendente. No es conveniente que tengamos que estar preocupados, ni pendientes por cada paso que tengamos que dar. Si adoptamos la perspectiva correcta, la observación y práctica de nuestras acciones, habremos ganado una ventaja. Si experimentamos una gran resistencia, una duda o miedo, y que nuestra resolución flaquea, es que todavía uno no está listo. Lo importante es no luchar contra uno mismo. Piensa más bien en lo que te gustaría tener y confía existen maneras más fáciles, la libertad hace que tu visión y el pensamiento con respecto a las decisiones a tomar, puedan transcurrir de otra forma.
Esto quiere decir que uno está eligiendo. El mayor problema que tenemos es que todavía decidimos lo que hay que hacer, y luego decidimos preguntarnos que queremos hacer, muchas veces es inevitable que nos ocurra, pero debemos aprender y experimentar la escucha en todos nuestros sentidos, en cada acción, movimiento o pensamiento. Hay momentos para reflexionar y de disponer lo que nos gustaría tener, los sentimientos que queremos abrigar, las cosas que queremos que nos sucedan y todo aquello que queremos experimentar. Es solo una cuestión de decisión.
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