El silencio es la ausencia total de la sensación de sonidos. Sin embargo, que no haya sonido alguno, no siempre quiere decir que no haya comunicación. El silencio nos ayuda a reflexionar para tener mas claridad de nuestros actos. Es preciso perderse en el silencio para empezar a escuchar, hacer del silencio una escucha y nuestra mirada para descubrir las formas del silencio.
El silencio posee un valor, el cual nos indica q lugar ocupa en nosotros. Nos marca la huella de la ausencia, nos lleva a una nueva dimensión y muchas veces a un estado de indecisión que nos produce un vacío a la nada. Es la dualidad entre el sonido y el silencio. No se trata de elegir, se trata de prestar atención al silencio interior, descubriendo que nos liberamos de la memoria, de las emociones, de los pensamientos y que actúa el centro de nuestro ser, el ahora. Es acallar esa voz para escuchar otra, como escuchar nuestra propia sinfonía, es prestar atención al silencio de uno mismo. Lo que callamos es la intencionalidad de no escuchar, pero atender el silencio es escuchar lo que usualmente se escapa y lo que pasa desapercibido. Escuchar el silencio hace de uno mismo la necesidad de permitir y aceptar más allá de lo que queremos y sin prejuicios. El silencio representa la máxima sabiduría, proponiendo una armonía que surge cuando trasformamos esa voz alta o baja que renace auténticamente desde el interior y recuerda que el alma ya sabe. Brota de ti. No solo se trata de saber oír, se trata de sentirlo.
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