El equilibrio no es otra cosa que sentir aunque sea un instante, la sensación de que estamos en armonía con el universo, con todo lo que nos rodea y con nuestro ser, nuestro yo interior. Es como tener "un pie en la tierra y el otro en el cielo". Cuando conseguimos esta actitud correcta, confiamos en nuestros principios y tenemos la capacidad aún cuando las dudas, miedos, problemas procedan desde nuestro interior o del exterior, recordar que somos capaces, perseverantes, creativos para no perder nuestro equilibrio interno, sabiendo que los acontecimientos son parte del camino. Al estar equilibrados, alcanzamos una mente receptiva y abierta que se proyecta hacia cualquier condición que se presente. Esta actitud equilibrada, neutral, reduce tensiones y resuelve los problemas con una capacidad consciente que nos permite cada día comprender la forma correcta de abordarlos o la satisfacción de haber hecho lo correcto.
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