A través del desarrollo de una equilibrada, sincera y responsable actitud, adquirimos el impulso necesario para ver y liberar nuestras tensiones, en esto es donde somos capaces de marcar las diferencias.
La actitud tiene que ver con la confianza, sin olvidar la simplicidad y la humildad para encontrar el camino correcto, sereno que nos permite crecer en nuestra búsqueda y en nuestro yo interior.
Progresamos solo mientras perseveramos y mantenemos una actitud correcta y firme, disfrutando cada momento maravilloso de nuestra vida, pero no nos perdamos en él, continuando hacia adelante con una actitud de modestia y humildad.
Tenemos una mente abierta en relación a nosotros mismos, que confirma nuestro desarrollo interior, sabiendo que podemos hacer lo que es necesario hacer. Debemos permitir que las cosas sucedan sin interferir, siendo libres, sin prejuicios, pacientes, con la responsabilidad de ser honestos y firmes en nuestras actitudes y pensamientos.
Tenemos que darnos cuenta que cuando nuestra actitud marca la diferencia, logramos progresar, pero muchas veces resulta difícil mantenernos, vayamos con cautela, no perdamos nuestra confianza porque enseguida se transforma en arrogancia. Debemos contentarnos, con pequeños pasos, pequeñas ganancias, que serán nuestro progreso a los cambios visibles del principio de nuestra actitud.
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