No debemos duda de nosotros mismos, ni de nuestros principios ni capacidades.
Muchas veces tenemos discordias con la gente que nos rodea, nuestro interior y en nuestra intimidad. Debemos afrontar los imprevistos y desarrollar la firmeza correcta necesaria para los tiempos en que estamos en situaciones difíciles, o momentos de mucha tensión.
Nuestra responsabilidad no es supervisar o juzgar el comportamiento de los demás, sino simplemente seguir lo genuino, el camino elegido con la certeza que hay dentro nuestro; lo cual las actitudes o engaños nuestros o de los demás, la suplimos con la verdad interior que hemos desarrollado en el tiempo.
Por medio del aprendizaje, el camino, de nuestro yo interior, de nuestra búsqueda, todos estos conocimientos acumulados nos darán el progreso necesario para poder ver cualquier situación de una forma mas correcta y sincera. Estos principios gobernaran nuestra vida y requieren la fuerza de carácter para mantenerlo y la habilidad para esperar sin vacilar, manteniéndonos hacia la dirección de lo esencial y permanente que quedará en nuestro carácter y en nuestra forma de vida.
Muchas veces nos ponemos a prueba en situaciones que nos perturban, los acontecimientos externos, u otra situación que nos sacuden y nos hacen perder la dirección, o dudar de la capacidad interior.
Nuestro progreso es paulatino, muchas veces no visible, pero vale la pena recordar que todo llega a su debido tiempo, logrando nuestro progreso paso a paso, manteniendo la voluntad de confiar, creer, sentir y ser sinceros hasta el fin.
Cuando nuestra actitud es correcta y nos comportamos de acuerdo a ella, nuestro poder, nuestra disciplina interna, se acuerda y nos regala la estabilidad en nuestra confianza, con la simplicidad que posibilita nuestro proceso y desarrollo del éxito, de un mundo mejor y mas elevado lleno de conocimiento dentro de nosotros y el bien para todos.
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