Muchas veces considerar que cada acto de nuestra vida diaria nos alimenta y nos nutre, tanto como nuestro alimento para vivir, como también nuestras actitudes y pensamientos.
Habitualmente pensamos y observamos por costumbre, pero debemos mantener una actitud más independiente.
En cada observación debemos estar convencidos que aquello observado no perturbe nuestra actitud, ni nuestro equilibrio interior. y con cada paso y en cada instante percibir situaciones y comportamientos.
Observar, mirar, retirarnos para no enredarnos en situaciones comprometidas, como también sentir de que manera nos influye y de que manera nosotros reaccinamos a ello, por eso no podemos dejar de perder el equilibrio interior, el sentimiento, la serenidad. Si somos suficientemente serenos y capaces de observar estas ocasiones sin desanimarnos, nos daremos cuenta que en los momentos que se es observador ejercemos en nuestro yo interior una relación más estrecha y de mayor claridad.
Así nos conectamos correctamente con nuestra verdad interior, y el observar nos dará el espacio y el encuentro que nos posibilita ser capaz de emerger con gran poder y reforzar nuestro progreso.
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